“Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Una observación que recoge Darwin en El origen de las especies (1859) y que vamos a trasladar al mundo de la inversión en una serie de post mensuales.
Los cambios, los ciclos, la secuencia de fases, las etapas son fenómenos que observamos tanto en la naturaleza como en el análisis económico, de los mercados financieros o de la gestión de inversiones. Si tu objetivo pasa por ganar un 10% o un 15% a doce meses vista no sigas leyendo, no vas a encontrar respuestas en estas líneas (y me temo que en ningún lado). Por el contrario, si tu objetivo es más amplio y lo que pretendes es llevar a buen puerto tu cartera a largo plazo, gestionando de una forma diligente las diferentes fases del ciclo por la que pasará de forma inevitable la economía y los mercados, puedes encontrar una referencia útil en los análisis, metodología y cartera del señor Camaleón que nos deja esta primera recomendación:
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Establece un objetivo de rentabilidad realista, tanto a corto como, sobre todo, largo plazo. Para ello, analiza las valoraciones de las alternativas de inversión. Y si el análisis arroja que la rentabilidad que cabría esperar de una cartera adecuadamente diversificada es de un 7%, no esperes un 12% ni gestiones tu cartera buscando un 12%. Lo más probable es que acabes asumiendo más riesgo del que deberías.
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